
Foto: Anton Guerrero
Tomó mi mano por segunda vez...
¿Alguna vez me podré escapar?
¿Puedo agarrar mi morral y mi sombrero
siguiendo a lo que sea que pueda llamar casa?
lo que me sienta completo,
lo que me providencia de campos vacíos,
lo que las espigas ignoren.
Don silencio tiene las manos rancias,
Don silencio no escucha más que murmullos,
se los traga y no me suelta –sin distracción-
¡Triste don silencio!
¿alguna vez descubrirá que
yo lo que quiero no es la muerte?
¿qué a mi lo que menos me preocupa
es sentarme a escuchar murmullos?
Triste madrugada;
con sus tristes manecillas,
hacen un rito, hacen una fragancia,
hacen un ritmo, hacen pesadez,
hacen silencios nerviosos,
calles interminables de recorrer,
espacios de carcajadas,
espasmos en los talones.
Triste don silencio,
Que no se calla de callar,
Viejo de manos rancias,
Dueño de la gran ciudad...
Ciudad asfalto, Ciudad asalto.
Anton Guerrero